Documento escrito por Mi gran amigo y colega, Pedro Allina, HK3JJH, sobre la
isla de Malpelo.
Espero lo disfruten..
73 Siso, HK3W
MALPELO 2001
Aún después de haber hecho más de 18.000 comunicados en mi viaje a Malpelo
de 1999, la isla continuó siendo anhelada por muchos radioaficionados de todo el
mundo quienes contínuamente me solicitaban que volviera, y pese a que en
principio este viaje no estaba en mis planes, cuando menos pensé me encontré
haciendo preparativos para una nueva expedición.
El primer paso era contactar con la Armada Nacional. Como siempre encontré
gente amiga y de invaluable condición humana dispuestos a ayudarme y a abrirme
puertas para seguir adelante. El apoyo del Capitán de Fragata Norman Herrera en
Bogotá y del Capitán de Navío Jairo Parra Juan y el Capitán de Navío Alberto
Rojas Torres en Bahia Málaga fueron definitivos para la realización de mi
proyecto.
Luego fui al Ministerio del Medio Ambiente, sección de Parques Nacionales
Naturales: en donde me informaron que Malpelo ha sido declarado Santuario de
Fauna y Flora que debe ser protegido contra cualquier tipo de depredación, de
manera que deben estar seguros de que quien lo visita no causará ningún problema.
La Doctora Marcela Cano asesora de la dirección de Parques Nacionales y la
Doctora Clara Osorio del Ministerio del Medio Ambiente entendieron mi objetivo y
me facilitaron el permiso con algunas recomendaciones muy lógicas.
Tuve además que tomar la determinación de elegir un apoderado para las
tarjetas QSL de respuesta, el amigo Carl Smith N4AA. Yo he disfrutado mucho
en mis anteriores expediciones, contestando personalmente cada una de las
tarjetas y hasta volviendo a vivir detalles de muchos de los contactos, que
vienen a mi memoria, pero desafortunadamente el correo local no me da las
garantías suficientes, y no quise correr el riesgo de quedar mal con algunos
radioaficionados, como sucedió en la expedición pasada.
Con todo listo y animado por varios colegas que estuvieron dándome apoyo
permanente, esperé ansioso el momento de salir hacia Malpelo, entre tanto traté
de adquirir la mayor información posible, pues aún después de tres viajes había
muchas cosas que desconocía.
Malpelo es una isla colombiana en el Océano Pacífico, situada cardinalmente
en 3º59'57”N y 81º35’40”W, localizada sobre la cordillera dorsal de Malpelo,
sobre la cual también están las Islas Galápagos, Isla de Cocos, Revillagigedo y
otras, formaciones estas del Mioceno. El grupo Malpelo lo conforman 11 peñascos
con una superficie de aproximadamente 3.5 Kmts2 y cuya mayor altura alcanza los
906 mts. sobre el nivel del mar. Está a 500 Kmts de la Costa Colombiana. En
1900 fue anexado oficialmente a Colombia y desde 1986 está custodiada por la
Armada Nacional. La posesión de esta isla colombiana, extiende el área
marítima en 200 millas marinas y por la teoría de defrontación nos da el
derecho a la posesión de un sector de la Antártida. Fue descubierta en el Siglo
XVI, y usada como punto de referencia de los navegantes entre México y Centro
América hacia los países suramericanos. El extraño nombre de Malpelo, viene del
griego Malveolus que significa ”inhóspito”
Tenía reservado el vuelo hacia Buenaventura para el día 4 de abril. Arribar a
Bahía Málaga fue llegar a casa de amigos. Todo el mundo desde militares de alto
rango hasta suboficiales e infantes de marina hicieron todo lo posible para
facilitarme las cosas y procurar que todo me saliera bien. Faltaban todavía unos
días para la salida hacia Malpelo, de manera que quise aprovecharlos para sacar
al aire la Isla La Palma situada a 40 Kmts. de Buenaventura. Allí en la única
compañía, por cierto muy valiosa, del guardafaros Sinisterra, activé SA017
para 1500 islómanos, pero antes de comenzar a activar el equipo, cometí un
grave
error al conectar la fuente de poder al generador, que por estar a la altura del
mar producía mucho mayor voltaje del esperado. La fuente de poder quedó
quemada en el acto, y en este momento ví frustrados todos mi planes.
Afortunadamente a través de una batería que había en la isla pude dar aviso a la
Armada y a mis amigos, sobre mi situación de emergencia. Tan pronto se recibió
este anuncio todo el mundo se movilizó, de manera que en pocas horas tuve otra
fuente de poder pude empezar a transmitir. Unas horas antes de salir para
Malpelo, una lancha de la Armada me recogió, empaqué nuevamente mis bártulos y
me alisté con mucha emoción para mi nueva expedición.
El 9 de abril, zarpamos por fin hacia Malpelo a bordo del buque Calima, un
pesquero reformado para la armada nacional, al mando del Teniente José David Peroza.
La travesía de 35 horas fue agradable, con mar tranquilo y sin ningún
contratiempo. La compañía durante buena parte del recorrido, de numerosos
delfines que jugueteaban alrededor del barco, nos ofreció un magnífico
espectáculo y cuando menos pensé estaba avistando una vez mas la isla. Inicié
mi subida por la ya conocida, pero temida escalera de gato que pende sobre el
mar a 17 metros. Sentía que ese paso ya me era familiar pero unos kilos y un par
de años más hicieron que me encalambrara cuando ya casi coronaba el ascenso.
Solamente los potentes brazos de un par de infantes de marina que me izaron en el
último momento me libraron de caer al mar.
Repuesto del calambre y del susto inicié la subida de 350 metros hacia la
casa donde permaneceríamos durante un mes. Fue una caminata de casi 2 horas, con
una que otra parada para tomar aliento, en un ascenso casi vertical, pero por fin
llegue a la meta sano y salvo.
Después de un breve descanso comencé a instalar equipos y antenas, y por fin
a las 20:57 (hora UTC) el miércoles 11 de abril empecé a salir al aire. Es
indescriptible la sensación de orgullo y satisfacción que sentí al estar sacando
las tan esperadas letras colombianas (HK3JJH/0M). Olvidé el cansancio y los
esfuerzos realizados y en ese momento solo tuve oídos para captar cada indicativo
y satisfacer al mayor número posible de radioaficionados.
Al principio los “pile ups” fueron enormes, pero la experiencia de tantas
expediciones anteriores me facilitaron el poder poner orden, establecer turnos y
aprovechar al máximo el tiempo.
Las condiciones de propagación de las ondas Herzianas no fueron las mejores
y por lo tanto había que aprovechar cualquier hora del día o de la noche en que
se facilitara la transmisión y la recepción.
Los ratos libres, en los cuales sentarme al radio era inútil, los
aprovechaba para dar cortos paseos por la isla y analizar a mi manera los cambios
encontrados dos años después de mi última visita. Por ejemplo, la población de
piqueros o pájaros bobos es muy grande y estable y se ve sana pero parece
tener dificultades en la reproducción pues hay muchos huevos infecundos; los
cangrejos, que como los anteriores son especie endémica de la isla, ha disminuído su población notoriamente, mientras la cantidad de
lagartos y lagartijas ha aumentado muchísimo. Han aparecido además especies de
insectos que no había
visto antes como dos clases de insectos voladores, algo molestos y posiblemente
llevados por los guardianes de la isla en materiales orgánicos, así como algunas
colonias de hormigas. Los vegetales, esos helechos primitivos que son lo único
verde de la isla, se encuentran muy bien y al parecer no han sido tocados, aunque
tampoco ha aumentado su extensión. En la fuente de agua ha aparecido una lama
verde, que podría contaminar el agua. Solamente un biólogo está en capacidad de
analizar todos estos fenómenos y hacer las recomendaciones pertinentes, para
evitar modificaciones que perjudiquen la flora y la fauna de la isla.
La compañía permanente del Teniente Rojas, Suboficial Oliveros y los infantes
de marina que vigilan la isla, fue muy grata y el compartir largas horas con
ellos me permitió hacerles observaciones y sugerencias sobre la vida en la isla
y el cuidado de la fauna y la flora y en ocasiones hasta servirles de escucha
para sus problemas personales.
La comida estuvo cada día a cargo de uno de los infantes, no tenía horarios
fijos y por supuesto ni la calidad, ni la variedad eran las mejores, pero se
trataba de nutrirse y no de que fuera un placer. Sin embargo algún día se
arriesgaron a pescar y la experiencia exitosa de por sí, por el compañerismo y
la recreación que significó, nos brindó el placer de comernos el pescado asado
más delicioso que se puedan imaginar.
El baño fue siempre un momento de relajación y lo disfruté cada día como si
fuera la primera vez. Echarme encima olladas de agua fresca, bajo un sol
radiante y teniendo al fondo el espectáculo del mar infinito y bravío, hacía que
me alejara de todo y me concentrara solamente en la satisfacción del momento que
estaba viviendo,y aunque tenia que trepar mas de 80 metros para volver a la
casa bien valía la pena.
En esa rutina de largas horas en radio, algunas caminatas, ratos de
conversación con los compañeros, pasaron poco a poco 24 días. El objetivo
primordial, la radioafición creo que se cumplió pues pese a las malas
condiciones de propagación logré hacer 15.000 contactos. Luché por contactar a
mucha más gente, pero los esfuerzos fueron infructuosos pues hubo bandas como los
6 mts. y los 160 mts. totalmente imposibles. También tuve mucho tiempo
para pensar, para agradecerle a la vida el tener tan buenos amigos en Bogotá y en
todo el mundo, que estuvieron pendientes de mí todo el tiempo y me brindaron su
ayuda
oportuna y el contacto con la familia, que en estas circunstancias era tan
importante. Y también para aprender a querer entrañablemente a esta isla agreste,
pero magnífica; a ese mar que guarda tantos tesoros, a todo lo que significaba
estar ahí. Por eso duele en el alma lo que se haga contra ella.
Es lamentable ver como es atacada su riqueza ictiológica permanentemente, por
barcos pesqueros que no se identifican o lo hacen en forma muy dudosa, y cuya
tripulación por lo general es ecuatoriana. Lejos de respetar las seis millas
marítimas de veda total por ser reserva natural, pescan en las inmediaciones de
la isla y tuvimos oportunidad de ver como el Yate Tiger, de bandera
costarricense, quien lleva con mucha frecuencia buzos a conocer el Santuario
Ictiológico, y es gran colaborador en la vigilancia de la isla, recogió a pocos
metros de la Isla, varias líneas de anzuelos cebados, de más de 500 mts de
larga cada una, que hubieran atrapado indiscriminadamente gran cantidad
de peces.
La presencia de la Armada Nacional, con la mejor intención de defender la
riqueza ictiológica colombiana resulta insuficiente ante los numerosos
depredadores, que están violando al mismo tiempo la soberanía nacional. Hubo días
en que alcance a ver desde la isla hasta cinco de estos barcos usurpadores.
El castigo que se aplica a quienes logran coger in fraganti, y llevan a
Buenaventura, es una multa que les resulta un valor irrisorio, dadas las
ganancias logradas en cada viaje.
Espero con esta expedición haber satisfecho las expectativas de mis amigos
radioaficionados. Ojalá puedan perdonarme la impaciencia y los regaños que
debieron aguantarme en los ratos de más trabajo. Son momentos de mucha tensión y
fatiga, y además la experiencia me ha enseñado que solo con un poco de energía se
logra organizar grandes “pile ups”, para poder dar el indicativo al mayor
número de personas.
Unos días antes de cumplir un mes de estar en la isla se me presentó la
oportunidad de regresar, y en vista de que, dadas las condiciones de
propagación, era difícil hacer más contactos, decidí abandonar la isla con un
poco de nostalgia pues probablemente no la vuelva a ver, pero satisfecho de la
labor cumplida y feliz de volver al hogar.
El comportamiento de los radioaficionados contribuye mucho al éxito de una
expedición, por eso quisiera dar algunas recomendaciones que seguramente nos
beneficiarían a todos en otras oportunidades:
· Oír con atención y tratar de entender las indicaciones del
expedicionario.
· Cuando se llama por números, respetar el número citado.
· Tener paciencia hasta oír el indicativo y la información que se
da normalmente cada uno o dos minutos.
· Cuando el expedicionario llama por su indicativo a una estación,
no repetirle 3 y 4 veces el indicativo por que se sobreentiende que ya lo oyó.
· Cuando está en un comunicado, no llamar encima.
· Evitar repetir el indicativo de la expedición ya que esto
sobra.
· Evitar dar órdenes de pasar a otras frecuencias ya que hay un
plan preestablecido.
· Evitar dar en medio de un “pile up”, nombres y ciudades y mucho
menos deletrearlas (a no ser que se pida), ya que no hay tiempo ni espacio para
tomar esas notas.
· Los reportes normalmente deben ser 5-9, excepción hecha cuando
se oye algún defecto en la señal.
· Evitar las preguntas y comentarios mientras haya mucha gente en
espera
· Evitar repetir comunicados en la misma banda.
Pedro J. Allina B. HK3JJH