UNA REALIDAD
INCONTESTABLE
El planeta Tierra se encuentra bajo el control
asiduo de criaturas superiores procedentes de mundos evolucionados, del espacio
sideral. A pesar de que los responsables de los gobiernos de la Humanidad de
este planeta quieran ignorarlo, a cualquier precio, un plan metódico entró en
acción hace ya algunos años, por parte de los Extraterrestres, para suprimirle
al hombre el dominio y sobre todo el caudillaje sobre las especies sometidas a
la tutela de su inteligencia y de actividad malsana.
El plan que estas Inteligencias Superiores han
puesto en acción, prevé una solución global a todos los aspectos negativos que
afligen, desde hace mucho tiempo, el equilibrio organizador y evolutivo de la
especie humana, comprendido el de las sub-especies subordinadas a los
desarrollos inconsiderados y caóticos de la actividad mental de los
humanos.
También es cierto, a pesar del escepticismo de la
Ciencia humana y el de los investigadores encargados de evaluar los aspectos
fundamentales del fin principal de la existencia humana y de los resultados de
su obra, que el plan de estas Inteligencias Cósmicas comporta al
redimensionamiento necesario de un mayor o menor número de Almas, con el fin de
provocar una estabilidad relativa de los valores universales y de eliminar, lo
más posible, la acción hipertrófica del exceso y del defecto en la emotividad de
los valores actuales, vinculados a los planos psicológicos que actúan en el
aspecto dualista de la vida.
El hombre del planeta Tierra está inexorablemente
destinado a volverse un sujeto consciente de la voluntad superior de una
Consciencia Universal, que contiene las prerrogativas divinas de la Inteligencia
Cósmica viviente y actuante: DIOS.
Los hombres-enzimas de esta célula macrocósmica
hubieran debido, por intuición, realizar, desde hace tiempo, el aspecto real y
la visión espiritual de lo que, desde hace aproximadamente 2.000 años, gravita
inexorablemente sobre su incapacidad de poner en una dirección justa y cuerda
todo lo que les ha sido confiado por la Inteligencia Creadora. Ahora, el momento
de caminar hacia la quiebra total de la obra humana ha llegado y, en verdad, el
proceso ya comenzó y su desarrollo es el preludio de un juicio severo que no
debería ser ignorado por nadie. Los acontecimientos que se están produciendo con
una gravedad siempre creciente, demuestran con evidencia la potente
acusación que pesa sobre todo el género humano, culpable de no haber sabido
realizar, en la luz de la Justicia y del Amor, los planes de la Inteligencia
Creadora, tendentes a la evolución progresiva, libre y pacífica de todas las
almas vivientes.
La batalla entre el Bien y el Mal llega a su fin.
El tiempo de las llamadas y de las advertencias ya se ha terminado desde hace
algún tiempo. Ahora, llega el momento de rendir cuentas y de la condenación
definitiva del mal. Los justos, los buenos, los puros de corazón y los pacíficos
no tienen nada que temer y no perderán nada de lo que les ha servido para
salvarse y volverse libres. Los que tienen que temer la Justicia Celeste son los
que han preferido no arrepentirse, sino ignorar completamente los valores reales
del Bien Universal. Valores que son los únicos factores de la libertad y de la
salvación eterna.
Éstos piensan que solamente deberán morir y que
así, los efectos de sus causas terminarán rápidamente; pero, ellos ignoran que
los efectos de sus causas se volverán justamente los nudos corredizos que
transportarán sus perversos espíritus a un mundo tenebroso y lleno de
emboscadas, en donde el sufrimiento será proporcional al peso de los valores
primordiales de la materia y en donde la vida se apaga durante el tiempo,
relativamente largo, de la sublimación forzosa de la ley
purificadora.
No habrá llamada para estos seres, sino sólo una
auto-resignación susceptible de empujar sus consciencias decaidas hacia un nuevo
principio que les permita volver a comenzar, todavía otra vez, la dolorosa
ascensión con el fin de reconquistar los bienes perdidos. El procedimiento, para
la ejecución de esta sentencia condenatoria y de salvación es confiado a los
hombres-Ángeles que hoy más que nunca viven y actúan en medio de los hombres de
la Tierra. Nadie sabe quiénes son, cómo han llegado y cuál es Su potencia. Pero,
en verdad, tienen en Ellos el poder de castigar y de consolar, destruir y
construir. Es la milicia celeste del Padre Creador, iluminada por la sabiduría
de Su Justicia y de Su Amor.
¡La energía que mueve los Universos es su
fuerza!
¡La Voluntad del Padre Creador es su única
Ley!
¡El Amor Universal es el único móvil que les empuja
a la obra!
Su verdadera naturaleza viviente está expresada en
estas palabras de memoria franciscana: "¡Oh! Señor, haz que allí en donde están
las tinieblas, yo lleve la luz...".
Y, en verdad, los portadores de Luz, los guardianes
de todo tiempo y de cada generación están obrando para la realización de los
designios profetizados que nadie, fuera del Creador, podrá modificar
nunca...
¡NO HABRÁ PAZ PARA LOS IMPÍOS, dijo el
ETERNO!
José García Álvarez
Pulpí - España